Por Alejandra Ahumada
Andaba de paseo por la capital de Chile. La gran ciudad de Santiago visitando a mi tía. Ella vive en el Barrio Franklin, este barrio es un lugar con muchas de casas coloridas, antiguas y altas de 2 pisos. Mi tía me dijo “esta tarde te llevare a ver reliquias”. ¿Reliquias? Le pregunté. Pensé inmediatamente en un juego en línea nuevo que no conocía, ella sabe que me encanta jugar en línea. Mi tía me sonrió y me dijo “reliquia es la misma palabra para decir antiguo”. Su respuesta no me pareció nada divertida “¿para que vamos a ver reliquias? Me pregunté. “Yo ya tengo muchas reliquias en mi casa como mis viejas zapatillas del año pasado, Toto, mi oso de peluche que tengo desde que era bebe, y mi bicicleta que tengo desde los 4 años.
Mi tía me dijo que esta reliquia era especial, que la acompañará. Seguimos caminando un poco más, yo observaba todo a mi alrededor buscando cosas viejas en la calle. Veía puras casas, y ninguna reliquia. De pronto llegamos a un lugar de casas con murallas grandes pintadas como los dibujos de Nicolás mi compañero de asiento en el colegio. El dibuja con todos los colores en una sola hoja y la completa sin dejar ningún espacio en blanco. Igualitas a sus dibujos eran estas murallas. Las miré sorprendido y le pregunté a mi tía “¿esas son las reliquias?” No exactamente, me respondió mi tía, estas se llaman murales urbanos. Volví a pensar en los dibujos de Nicolás.
Mi tía me conto que estas pinturas gigantes en las paredes, existen en todos los países del mundo. Aquí en el Barrio Franklin están desde el año 2015. Estos ocho murales urbanos fueron pintados por un grupo de estudiantes llamados Los Oberoles. Ellos vivían en el barrio cuando eran estudiantes de arquitectura en la Universidad de Chile. Ellos pintaron murales que representan sus costumbres, historia, y gente del sector.
“Este paseo me gusto muchisimo, gracias tía por traerme” le dije a mi tía. “Qué bueno” me dijo mi tía “espero te inspire a comenzar a dibujar de nuevo”. “Claro que lo haré en cuadernos, no en casas gigantes” le respondí con una sonrisa.
Creo que seré muralista de reliquias algún día. Tengo que decirle a mi amigo Nicolás que si sigue pintando tan bien iremos juntos por el mundo pintando casas, edificios, puentes, y fábricas. Murales le pueden alegrar el día a la gente.
Mi tía me dijo que podía pintar un mural en su pared cuando sea grande… ya tengo varías ideas que se vienen a mi mente.